Contra todo pronóstico, el Albacete Balompié consiguió eliminar al Atlético de Madrid ganándole (y bien ganado) en su propio estadio, marcando Víctor Curto el único gol del partido a los 20 segundos del comienzo. Un gol que dio al traste con los planes colchoneros y nos llenó de alegría y jolgorio a los más de 2500 albacetistas que nos encontrábamos en las gradas del Vicente Calderón.
Yo llevo diciendo hace tiempo que este equipo está montado y formado, desde el último canterano que entrena con el primer equipo hasta el último utillero del Cuerpo Técnico, para jugar al fútbol tocando y llevando el peso del partido, como así se demostró en los dos partidos de Copa frente al equipo madrileño, el problema viene cuando la mayoría de partidos contra equipos de Segunda División B hay que jugar feo y al pelotazo porque el rival se encierra atrás o, simplemente, no quiere jugar al fútbol, ahí es cuando lo pasamos mal.
Antonio Gómez ha formado una base muy buena para un futuro de fútbol profesional donde el estilo de juego será de toque y calidad pero hasta que lleguemos a las categorías donde se juega así tendremos que pasarlo mal viendo muchos partidos feos, broncos y de la categoría donde, evidentemente, nos encontramos.
Ahora nos tocará enfrentarnos en Copa ante un histórico de la competición, además del fútbol español, como es el Athletic Club de Bilbao y podremos ver, de nuevo, a nuestro Albacete Balompié en la mítica Catedral del fútbol español: San Mamés. Esperemos que el resultado final sea tan positivo como ante los rojiblancos madrileños y podamos seguir soñando en una competición donde nos hemos colado de manera tan ostensible, descarada y ruidosamente.
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