Casi cada semana está el eterno debate de cómo hacer que la gente se anime a ir al Carlos Belmonte y casi nunca acertamos. Que si el horario es malo, que si las entradas son caras, que si la climatología no acompaña, que si el partido coincide con el de algún grande...
Albacete es una ciudad futbolera pero no es una ciudad albacetista. Bueno, quizá sí, pero no como primera opción. Que seamos incondicionales del Alba somos los 5-6 mil de siempre, más o menos, el resto suele ser del Alba cuando se está jugando algo de verdad. No hay nada malo en reconocerlo.
En Albacete estamos acostumbrados a ver pocas camisetas y chándals del Alba por la calle, en los colegios, en las cafeterías o, hasta en ocasiones, en el Carlos Belmonte. Quizá esto último es un poco exagerado pero no es ajeno a nadie ver otras camisetas u otros chándals en nuestro propio estadio en cada jornada de Liga, incluso a veces de rivales. Estamos acostumbrados a que si nos preguntan de qué equipo somos y contestamos del Alba nos digan que no, que se refieren de Primera División o de los equipos buenos.
Para que la afición del Alba vaya al Carlos Belmonte solamente necesita que ese día juegue el equipo en casa, contra quien sea y estando en la posición que esté, aunque caigan chuzos de punta o estemos en medio de un huracán. Para que los habitantes de Albacete vayan al Carlos Belmonte, el equipo debe de estar jugándose algo, preferiblemente, por la parte alta de la clasificación y si las entradas están a un precio asequible, regaladas o con alguna promoción y poniendo el horario que no coincida con ningún Clásico, partido de Champions, partido clave de Liga, eliminatoria de Copa del Rey, rueda de prensa del súper entrenador de turno, la presentación del megacrack del año, gala del Balón de Oro de la publicidad o entrenamiento televisado del mejor equipo del siglo XX ó XXI. Nada más. Y así es la triste realidad que vivimos con el fútbol moderno.
Y, por desgracia, creo que no es algo exclusivo de Albacete ya que gracias a la Liga y a los medios a nivel nacional, la gente en general está más pendiente del peinado de la estrella mediática del momento que de la plantilla que tiene el equipo de su ciudad. Esa gente está acostumbrada a ser de un equipo ganador y poder celebrar cada poco tiempo un éxito o el fichaje más caro de la historia de esa temporada. Porque hasta en los medios deportivos que tendrían que tener por bandera a sus equipos locales, provinciales o regionales, se le da minutos a esos otros equipos.
¿Y contra eso cómo se lucha? Con grandes fichajes no. Con un gran juego de tiki taka casi que tampoco. Con resultados de victorias aseguradas cada 7 días es complicado. Con títulos... jajajaja.
Pues es una lucha complicada, que va a suponer mucho tiempo de nuevo para dejarlo como estaba antes, que no estaba tampoco para tirar cohetes pero no era lo vergonzante que es ahora, y poco a poco intentar recuperar terreno para que seamos de nuestro equipo de verdad y podamos ayudarlo a seguir con vida ante la voracidad y la avaricia del fútbol moderno, que no solamente se llevan los títulos, el dinero de la televisiones, los jugadores con un poco de talento, ahora también nos roban los aficionados. Eso sí, somos pocos pero muy buenos.
Pero más pena me dan
ellos que solamente tienen títulos de LCD y de plasma, mientras nosotros
tenemos sufrimiento y alegrías con olor a césped.